WWDC 2025
🗂️ Serie: Reflexión
El pasado lunes, 9 de junio, Apple celebró su Worldwide Developers Conference y, como es habitual, la inauguró con una con una de esas Keynotes de Apple que ya no emocionan como antes…, en la que te presentan sus nuevos sistemas operativos para iPhones, iPads, Apple Watch, ordenadores, Apple TV, etc.
La presentación —como ya es costumbre desde la pandemia— se limitó a la proyección de un vídeo en el que diversos miembros del equipo de Apple ensalzaban las excelencias de sus sistemas y lo mucho que nos iban a facilitar la vida. Imágenes impactantes, efectos especiales por doquier… Incluso vimos un Fórmula 1 pilotado sobre el tejado del Apple Park de Cupertino. Un derroche de imaginación y buen hacer, todo perfectamente medido y ensamblado con la precisión de un director de orquesta.
Keynotes sin riesgo
Recuerdo cuando Craig Federighi, durante la presentación del iPhone X en 2017, activó el nuevo Face ID… y el teléfono no le reconoció la cara durante una décima de segundo. Lejos de ponerse nervioso, repitió el gesto tres o cuatro veces, hasta que quedó claro que el sistema funcionaba perfectamente.
No fue nada grave, pero los haters se lanzaron a criticar el nuevo sistema de reconocimiento facial y a asegurar que la mayor novedad del nuevo iPhone no estaba a la altura.
A eso me refiero: ese riesgo que Apple —y cualquier otra compañía— asumía en sus presentaciones en directo, hoy ha desaparecido.
En los vídeos actuales no hay margen para el error, solo para los destellos de calidad… o de ilusión generada por IA.
“It just works.”
Steve Jobs
Una frase sencilla. Un mensaje directo. Y, sin embargo, hoy parece más un eslogan del pasado que una garantía del presente.
Keynotes con alma
Reconozco que soy un fanboy de Steve Jobs. Y sin entrar en su figura polémica, había algo que hacía como nadie: las Keynotes.
Por trabajo, en ocasiones me ha tocado hablar en público, y estudiar cómo presentaba Jobs me ayudó mucho a transmitir con claridad y pasión. Porque eso es lo que destilaban sus presentaciones: pasión por lo que iba a mostrarnos.
En aquellas presentaciones, Apple arriesgaba. Y se notaba el alma y el corazón que ponían en lo que hacían.

Si tú también presentas en público alguna vez, te recomiendo el libro Las presentaciones: Secretos de Steve Jobs, de Carmine Gallo, que ya comenté en el episodio 102 del podcast Aprendiendo GTD.
Jobs te presentaba al villano (el problema) y luego a su caballero blanco (la solución). No dejaba nada a la improvisación: ensayaba durante semanas hasta que todo salía perfecto. Pero arriesgaba, y mucho.
En la mítica presentación del iPhone en 2007, tuvo que memorizar una secuencia precisa de acciones para evitar que el prototipo se colgara. El teléfono no estaba listo… pero nadie lo notó.
En aquellas presentaciones, Apple arriesgaba. Y se notaba el alma.
Es cierto que hoy contar con más miembros del equipo en pantalla transmite una mayor conciencia de grupo… pero no logran transmitir ni una décima parte de lo que transmitía Steve sobre un escenario.
One more thing…
Cuando Jobs pronunciaba esas tres palabras, sabías que estabas a punto de ver algo extraordinario. Y, sobre todo, sabías que sería una sorpresa.
Hoy, sin embargo, la mayoría de los productos y sus características se han filtrado en redes sociales mucho antes del evento. Hemos perdido nuestra capacidad de asombro.
Hoy no esperamos un one more thing… esperamos volver a sentir lo que sentíamos entonces.
Y no creo que sea solo cosa de Apple. Ocurre con todas las grandes tecnológicas: Samsung, DJI, Microsoft…
¿Hace cuánto que ninguna de ellas te sorprende de verdad?
Por todo esto, me gustaban más las Keynotes de antes. Aunque algún dispositivo fallara a la primera, o se anunciara algo que nunca llegó —como el mítico AirPower—.
¿Y tú qué opinas?
¿Prefieres una Keynote más accidentada pero auténtica, o te quedas con la perfección pulida de las presentaciones pregrabadas?
